domingo, 18 de marzo de 2012

Tiergarten III, Hijos de puta habéis matado a mis hermanos.


Ha comenzado el fuego, he visto al enemigo, me he tirado al suelo y he abierto fuego, dos, tres disparos y calor, mucho calor en mi hombro izquierdo. Todo se nubla, oigo gritar al comandante, oigo dar órdenes al capitán John y todo acaba, una espesa niebla y el sueño.

La bala ha pasado el hombro limpiamente, sin tocar hueso ni apenas músculo. Perdí el puto sentido y Culebra se encargó de arrastrarme y ponerme a salvo tras una barrera de troncos, antiseptico a chorros, un vendaje compresivo y dos píldoras de las de arrancar Panzers en frió. Estoy totalmente mareado pero suficientemente consciente para escuchar como Blake comunica al alto mando la grave situación en la que se encuentra el Tercio.

Nuestros dos los oficiales muertos sin posibilidad de reanimación y yo herido de gravedad, Aunque todavía operativo, en cuanto pare la hemorragia, claro, y recupere el movimiento.

Las órdenes son de continuar con el objetivo establecido, hay que localizar el HQ y regresar después a recuperar los fríos cuerpos de nuestros camaradas.

No puedo evitar mirar a mi izquierda. Tendido a mi lado está el cuerpo del Comandante, ha sufrido una fuerte hemorragia y toda su guerrera está empapada en sangre. A su lado veo el cuerpo del capitán, no se aprecian heridas, parece dormido, pero su cara ha perdido la cobertura verde del camuflaje y ahora es blanca como la cera, parece una estatua, sereno, abrazado a su arma.

Transcurrida una hora desde la emboscada el alto mando indica que el cuartel general ya ha sido localizado y por tanto los soldados del Tercio han de regresar a recoger los cuerpos de los compañeros abatidos en combate. El primero en regresar es Snake que ha dejado atrás a Chronus y Blake enfrascados en un intercambio de fuego. Tras unos minutos esperando al resto de compañeros y ante el requerimiento urgente del alto mando, no resulta posible recuperar los cuerpos del comandante Georgius y del capitán John, que son dejados junto a los troncos, abrazados a sus armas, velando –posiblemente desde las profundidades del infierno- porque el resto regresemos sanos a casa.

Me sumo al comando, me duele el hombro, siento nauseas pero el vendaje me contiene la hemorragia y olvidando que tengo un hermoso agujero que me traspasa de lado a lado, ocupo mi posición en la escuadra. He tenido que coger la radio del cadáver de Georgius, la mía no sirve tras ser atravesada por el proyectil, aseguro el cargador y salgo.

La nueva misión es localizar un comando aliado cerca de una ermita cercana. 4km desde el cuartel general. No se nos facilitan coordenadas del lugar exacto, solo sabemos que debemos estar de regreso en menos de una hora.

Somos 4, Culebra y Chronus se alternan el mando.

Fuego sobre el HQ, son pocos, los repelemos causando algunas bajas al enemigo y salimos del recinto. Nos faltan nuestros navegantes, no encontramos ni rastro de la ermita ni del comando aliado decidimos regresar a la base y advertir al alto mando.

Llegamos al HQ e informamos de la situación, nos dan descanso, nuestro cometido se limita a crear un perímetro en torno a la base.

Dura poco, minutos, quizás una hora –estoy drogado, coño, no calculo bien el tiempo.

Esto está siendo movidito, nos envían a escoltar a un jodido piloto hasta un punto de extracción cerca de la ermita, más nos vale acertar con el lugar, si no estamos jodidos, nuestros oficiales van a removerse en su letargo. Esta vez llegamos rápido y bien. Solo para recibir órdenes de regresar al HQ pues otro comando se encarga de la extracción.

Regresamos rápidamente al cuartel, camuflándonos con el terreno, dejando pasar de largo a varios elementos hostiles, estamos pero no estamos. Nos refugiamos un par de minutos en una zona boscosa resguardada, nuevo chute del doctor para que mi hombro se mantenga y 15 minutos más tarde llegamos de nuevo al cuartel general. De nuevo bajo fuego, joder no paran. Varias bajas más del bando de los malos y de nuevo un respiro.

Felicitaciones de rigor –que no merecidas- por la puta misión del piloto y dos o tres decenas de minutos después ya estamos buscando posibles huecos en el perímetro del recinto. Nos movemos pegados al muro, detectamos movimiento, son enemigos pero la indumentaria fluorescente –junto con su cámara de fotos- de uno de ellos nos relaja, nos hace perder la concentración.

Nos faltan no más de 50 metros para alcanzar la puerta trasera, tenemos contacto visual con varios elementos hostiles, los flanqueamos, nos creemos a salvo y junto con la pérdida de la concentración nos llega el pago de la deuda contraída con Cerbero.

Es una emboscada y caemos como novatos.

Tras el tiroteo, mis camaradas me rodean ensangrentados, aplico todos mis conocimientos médicos pero sus heridas son irreversibles y se me van muriendo, se me mueren uno a uno en los brazos, con la mirada perdida, en su viaje con el barquero. Chronus tiene destrozada una pierna, Culebra ha sido traspasado por varias partes, Blake ha caído rápido con un disparo limpio en el cuello. Estoy solo, con herida leve pues he recibido un rasguño en la cadera. Juro venganza para todos y el odio me da fuerzas, hijos de puta habéis matado a mis hermanos.

30 minutos más tarde, tras colocar los cuerpos lo más dignamente posible, salgo corriendo en dirección al HQ siempre atento, enrabietado, alerta ante un posible ataque enemigo.

Al llegar al HQ comunico las bajas definitivas del resto del Tercio y cuando apenas he recuperado el aliento observo que todas las fuerzas aliadas han sido reunidas en el cuartel para un último objetivo: recuperar una caja en un punto a unos 200 metros, fuertemente protegida por el enemigo. Salimos en 2 grupos de entre siete y ocho soldados. Avanzamos por ambos flancos del perímetro, izquierda y derecha, este último flanco justo donde perdimos a nuestros oficiales.

Llegamos al punto establecido y tras un ataque sincronizado localizamos la caja y salimos con ella corriendo en dirección al HQ. Comienzan a escucharse disparos por todos lados, es de noche, solo veo fogonazos, un compañero cae abatido y en ese momento sujeto un extremo de la caja y corro como si no hubiera un mañana, sacando fuerzas de lo más profundo de mi ser y desde luego animado por el otro aliado que transporta la caja hasta llegar al HQ. Misión cumplida, aunque el precio ha sido tremendamente alto. Unos minutos para recuperar el aliento y otros pocos para rezar en recuerdo de los caídos en combate.
Enhorabuena a todos y cada uno de los soldados que han conseguido que la Tiergarten mantenga su nombre intacto.

Una voz grita en las profundidades, ¡¡Bienvenidos al infierno!! La escuadra está de nuevo junta, allí abajo, y yo, solo en la tierra de los hombres. Hijos de puta habéis matado a mis hermanos.

Texto cortesía de Jagër Chema.