martes, 28 de septiembre de 2010

Moken 13, o la herramienta del Tercio en el agua


Estimados camaradas os presento la última adquisición de vuestro Comandante.
Ha llegado hoy mismo a casa y como podéis ver en las imágenes resultará ideal para mover al Tercio en el líquido elemento.




4 metros desde la popa hasta la proa, 80cm de ancho, timón de serie y hasta 200kg de carga entre remero y equipo.
Si ya se que es solo de 1 persona, pero podré portar el equipo del resto y nadar si sabéis ¿no?

domingo, 12 de septiembre de 2010

UNA HISTORIA DE GUERRA



Alguien escribió en cierta ocasión que si una historia de guerra parece moral, no debe creerse. Y alguna vez lo repetí yo mismo. Pero eso no es del todo verdad. O no siempre. Como todas las cosas en la vida, la moralidad de una historia depende siempre de los hombres que la protagonizan, y de quienes la cuentan. Ésta de hoy es una historia de guerra, y quiero contársela a ustedes tal como algunos amigos míos me han pedido que lo haga. La moralidad la aportan ellos. Yo me limito a ponerle letras, puntos y comas.

Base de Mazar Sharif, Afganistán. Cinco guardias civiles, de comandante a sargento, perdidos en el pudridero del mundo, formando a la policía afgana. Cinco guardias de veintidós llegados hace cinco meses y medio, desperdigados por una geografía hostil y cruel, en misión de alto riesgo, en una guerra a la que en España ningún Gobierno llamó guerra hasta hace cuatro días. Los cinco de Mazar Sharif, como el resto, eran gente acuchillada, porque lo da el oficio. Sabían desde el principio que a la Guardia Civil nunca se la llama para nada bueno. Y menos en Afganistán. Si lo que iban a hacer allí fuera fácil, seguro, cómodo o bien pagado, otros habrían ido en vez de ellos. Aun así, lo hicieron lo mejor que podían. Que era mucho. Atrincherados en una base con americanos, franceses, holandeses y polacos, vivían con el dedo en el gatillo, como en los antiguos fuertes de territorio indio. Igual que en los relatos de Kipling, pero sin romanticismo imperial ninguno. Sólo frío, calor, insolaciones, sueño, enfermedades, soledad. Peligro. Los únicos cinco españoles de la base, de la provincia y de todo el norte de Afganistán.


Ellos y sus compañeros habían llegado a la misión tarde y mal, aunque ésa es otra historia. Que la cuenten quienes deben contarla. Aun así, con la resignada disciplina casi suicida que caracteriza al guardia civil, se pusieron al tajo. Como era de esperar, no encontraron la mesa puesta. Quien estuvo por esos mundos con militares norteamericanos, holandeses y franceses, sabe de qué van las cosas. Sobre todo con los norteamericanos, que tienen a Dios sentado en el hombro como los piratas llevan el loro. Para hacerse un hueco entre sus aliados, distantes y despectivos al principio, no hubo otra que la vieja receta de Picolandia: aprender rápido, trabajar más que nadie, no quejarse nunca y ser voluntarios para todo. Y por supuesto, tragar mierda hasta reventar. Y así, a base de orgullo y de constancia, poco a poco, los cinco hombres perdidos en Mazar Sharif se hicieron respetar.

Un triste día se enteraron de la muerte de sus dos compañeros en Qualinao. De la pérdida de dos guardias civiles de aquellos veintidós que llegaron hace medio año, y de su intérprete. Y pensaron que el mejor homenaje que podían hacerles era que la bandera norteamericana que ondea en la base fuese sustituida, aquel día, por la española a media asta. Eso no se hace allí nunca, aunque a diario hay norteamericanos muertos, los franceses sufrieron numerosas bajas, y también caen holandeses y polacos. Así que el jefe de los guardias civiles, el comandante Rafael, fue a pedir permiso al jefe norteamericano. Accedió éste, aunque extrañado por la petición. Saliendo del despacho, el guardia civil se encontró con el jefe del contingente francés, quien dijo que a él y a sus hombres les parecía bien lo de la bandera. En ésas apareció otro norteamericano, el mayor James, que nunca se distinguió por su simpatía ni por su aprecio a los españoles, y con el que más de una vez hubo broncas. Preguntó James si los muertos de Qualinao eran guardias civiles como ellos, y luego se fue sin más comentarios.

A las ocho de la tarde, cuando fuera de los barracones apenas había vida, los cinco guardias se dirigieron a donde estaba la bandera. Formaron en silencio, solos en la explanada, cinco españoles en el culo del mundo: Rafael, Óscar, Rafa, Jesús y José. Cuando se disponían a arriar la enseña, apareció el teniente coronel francés con sus cuarenta gendarmes, que sin decir palabra formaron junto a ellos. Luego llegaron el mayor James, el teniente Williams y veinte marines norteamericanos. Y también los polacos y los holandeses. Hasta el pequeño grupo de Dyncorp, la empresa de seguridad privada americana destacada en Mazar Sharif, hizo acto de presencia. Todos se cuadraron en silencio alrededor de los cinco españoles, que para ese momento apretaban los dientes, firmes y con un nudo en la garganta. Y entonces, sin himnos, cornetas, autoridades ni protocolo, el capitán Rafa y el sargento José arriaron despacio la bandera. Una historia de guerra nunca es moral, como dije antes. Si lo parece, no debemos creerla. Pero a veces resulta cierta. Entonces alienta la virtud y mejora a los hombres. Por eso la he contado hoy.

- Arturo Pérez-Reverte -
XLSemanal, 12 de Septiembre de 2010

sábado, 11 de septiembre de 2010

Un poco más de Historia. La Liberación de París

Un poco más de Historia, esta vez de la mano de soldados españoles en el bando Aliado y señalando la liberación de París en la II WW con nombres tan españoles en sus semiorugas como Madrid', 'Don Quichote', 'Guadalajara', 'Brunete' o 'Ebro'.

La Nueve y la liberación de París


Una de las acciones más románticas de toda la Segunda Guerra Mundial fue la liberación de Paris a cargo de la 2ª división acorazada de las fuerzas francesas libres (la 2e División Blindée, o 2e DB), también conocida como División Leclerc. Las circunstancias del avance de los aliados sobre París determinaron que una de las compañías del Régiment de Marche du Tchad, que constituía la infantería mecanizada de la División, recibiese el encargo de adelantarse al resto de su unidad para asegurar que las primeras fuerzas en entrar en la capital fuesen francesas. Por paradojas del destino, esa compañía, la 9ème Compagnie du III/RMT, estaba formada en su inmensa mayoría por españoles exiliados.

El 29 de julio de 1944, una vez concluido su entrenamiento, la 2e DB embarcó en Southampton rumbo a Francia y su epopeya.
Tras una tensa espera, el 1 de agosto de 1944 la 2e DB comienza su desembarco en la playa de Utah. La Nueve lo hará el 4 de agosto, y cantando "La cucaracha", quizás por la lentitud de la compleja operación. Finalmente, la división se pone en marcha con la misión de apoyar a los estadounidenses frente al contraataque alemán en Mortain. En esos primeros días el GTV está en reserva, así que "La Nueve" tardará algún tiempo en entrar en combate. Es en ese periodo cuando el teniente español Antonio Van Baumbergen, "Wamba" es sustituido como segundo en el mando de La Nueve por Amado Granell, un castellonense con un amplio historial en la guerra civil.
Las tomas del puente sobre el Sarthe y de Alençon abren el camino para que la 2e DB participe en una de las operaciones más famosa de toda la guerra: la reducción de la bolsa de Falaise, que supondrá el colapso alemán en Francia. Para "La Nueve", es también el primero de los muchos momentos de coraje y sufrimiento que deberá vivir hasta el fin de la guerra.

Bautismo de fuego en Ecouché

Después de un rápido combate en Vieux- Bourg, en el que "La Nueve" destruye varios vehículos alemanes disparando desde los half-tracks, el 13 de agosto los "cosacos", como les llama el capitán Dronne, entran a la carga en Ecouché destruyendo más vehículos a su paso. El pueblo queda dominado, pero será en su aseguramiento en donde se producirán los combates más violentos. El día 14, sin embargo, el principal "enemigo" será la aviación estadounidense que vierte "fuego amigo" sobre la Compañía. Pero a la caída de la tarde, el adjutant-chef Campos, quizás el más notable combatiente de "La Nueve", y el sergeant-chef "Juanito" Reiter han imaginado un audaz golpe de mano y se infiltran con dos half- tracks en terreno alemán hasta tomar un castillo en el que capturan 129 prisioneros, entre ellos un coronel. 

El día 15 La Nueve es cañoneada por los alemanes... y por los propios americanos. Finalmente, el día 16 se comprueban intentos de penetración alemana en el pueblo. Dronne entiende que con sus efectivos no podrá defender Ecouché, así que opta por atacar. Protegido por el fuego de los morteros asalta las posiciones alemanas. Allí encontrará la muerte el sergeant-chef Constantino Pujol y herido su hermano, Fermín. También, Luis del Águila y el veterano prusiano Poreski. El contraataque ha sorprendido a los alemanes, pero aún así mantienen el cerco y el cañoneo durante el 17 de agosto. En la tarde de ese día, después de un nuevo intento de infiltración alemán, Campos dirige un violento contraataque contra un numeroso grupo de SS. Roberto Helio morirá a causa de las heridas recibidas en el transcurso del combate. Por fin, el día 18 "La Nueve" enlaza con una columna británica. Ha sufrido 7 muertos y 10 heridos graves, pero ha sido un éxito táctico.


Hacia París


"La Nueve" descansa en Ecouché hasta que el 23 de agosto, a las 6 de la mañana, se da la orden de salida. El destino es París, cuya ocupación ha sido rehusada por el mando aliado en un principio y por razones logísticas, para después ser aceptado a causa de las presiones de De Gaulle y, sobre todo, por la sublevación popular en marcha que amenaza concluir con la destrucción de la ciudad. "La Nueve", junto a otras unidades de su División, sale desde la localidad de Limours a las 7 hs. del 24 de agosto de 1.944 en dirección a París, vía Arpajon-Longjumeau-Antony, por la carretera nacional 20. Dronne, ha establecido con sus jefes de sección las pautas de un itinerario que, en su opinión, puede resultar peligroso por su trazado, expuesto y propicio a emboscadas. La columna mecanizada atraviesa varios pequeños pueblos, donde, a pesar de la hora, son recibidos de manera calurosa por la población. A las 8 hs. encuentran la primera resistencia ante Longjumeau. Una sección de La Nueve, con el apoyo blindado de su inseparable 501º Regimiento de Carros de Combate (R.C.C.), se encarga del asunto. La lucha se acaba resolviendo a favor de los franceses, que ocupan un puente sobre el río Ivette, pero Dronne piensa que estos pequeños y aislados focos de resistencia deberían ser rodeados y fijados para proseguir con un rápido avance. A mediodía se llega al suburbio de Antony y allí se reanuda la lucha. El eje del avance se desborda, y con maniobras envolventes se liquidan los obstáculos y se destruyen o capturan varias piezas de artillería alemana. La columna encuentra fuerte resistencia frente a la prisión de Fresnes y se entabla un duro combate. Sin embargo, la ruta hacia el París insurgente parece estar abierta por el Este. 

Dronne recibe entonces un mensaje del coronel Billotte, que se encuentra al mando de la columna: se le ordena volver con sus tropas al eje del avance, concretamente cerca del cruce de la población de Croix-de-Berny. El Capitán hace repetir al mando varias veces el mensaje. No puede creer esta orden que, finalmente, acata. Al regresar a la carretera general, los habitantes de las poblaciones se vuelcan imprudentemente en recibir a las tropas. El enemigo todavía combate sobre la ruta y se producen bajas entre los civiles.
Llegando a Croix-de-Berny, la 1ª sección de "La Nueve" es enviada al cruce donde debe apoyar a otras fuerzas que se las tiene que ver con un "88" alemán que será finalmente puesto fuera de combate. Lamentablemente, esta sección, mandada por el sergeant-chef Moreno, ya que su jefe natural, el andaluz sous-lieutenant Montoya, había resultado herido en una escaramuza anterior, quedará, por esta acción, apartada del inmediato destino del resto de "La Nueve".
Dronne entra en la población con el resto de la compañía, precedido por la semioruga del lieutenant Granell que se encuentra directamente con el jefe de la 2e DB, el general Leclerc. Éste se halla en una acera, apoyado en su famoso bastón, que emplea desde que sufriera hace años un accidente hípico. Está nervioso y de muy mal humor. Ha llegado hace poco tiempo en su scout-car y ha sido informado por la tripulación del avión Piper-Cub, que la división emplea en tareas de observación, de la angustiosa situación que se vive en el interior de París. Sus acompañantes se encuentran a prudente distancia. Le pregunta a Granell por el Capitán y el español le responde que marcha detrás.

Cuando llega Dronne, Leclerc le interpela acerca de su situación. Dronne le explica que ha tenido que retroceder porque así se le ha ordenado, pero que el camino hasta París está expedito en la zona que él ha recorrido. Inmediatamente, Leclerc le ordena que marche a París con lo que tenga a mano, por poco que sea. Imagina el efecto que la llegada de la columna puede tener en la moral del pueblo parisino sublevado, y sabe que es necesario que, aunque sea sólo con una fuerza simbólica, la 2e DB debe entrar en París antes que los estadounidenses.


La leyenda de "La Nueve"


Dronne organiza lo que queda de "La Nueve" y completa su columna con la disminuida sección de carros medios del lieutenant Michard, del 501º R.C.C., También consigue una sección de ingenieros, mandada por el adjudant Cancel.
Un paisano guía a la columna. Atraviesan Fresnes, continúan por L'Hay-les-Roses, Cachan, Arcueil y Kremlin-Bicetre a través de aquellas calles que parecen libres de obstáculos o indicadas por la población como expeditas. Durante todo el recorrido reciben las muestras de entusiasmo de la población, que franquea el paso de la columna cuando esta encuentra algún obstáculo. Las defensas del fuerte de Bicetre no abren fuego al paso de la tropa que, hasta ahora, sólo han sido importunados por disparos esporádicos ahogados por el ruido de los motores. 

Son las 20,45 cuando se alcanza la parisina Puerta de Italia. El jeep de Dronne pasa a la cabeza de la marcha. En ese momento la plaza se encuentra llena de personas que, al escuchar el estruendo de los vehículos, huye aterrada pensando que son alemanes. De pronto alguien grita: "Son americanos" y las tropas se ven rodeadas de una muchedumbre que, literalmente, enloquece al grito de: "Los franceses, son los franceses", al comprobar su verdadera identidad. Una alsaciana, ataviada con su traje típico, destroza el parabrisas del jeep de mando al saltar sobre él. Durante unos minutos es el delirio. La columna no puede continuar la marcha y Dronne duda sobre donde dirigirse. Realmente la pequeña fuerza que manda no tiene más que un poder simbólico dentro de la situación que le rodea, militarmente hablando.
 Resuelve entonces dirigirse al ayuntamiento: El Hotel de Ville ha sido punto neurálgico en todas las insurrecciones acaecidas en París. El Capitán se pregunta por el itinerario a seguir, al desconocer la situación de las barricadas y el desarrollo de los combates. Entonces aparece en escena, subido en una pequeña motocicleta, el armenio Dikran que se ofrece como guía hasta el nuevo objetivo. Asegurando conocer la ruta correcta, arranca a la cabeza de la columna, que se abre paso como puede. Sobre el jeep de Dronne continúa subida la alsaciana.
Los vehículos se lanzan tras la motocicleta. Recorren calles que quedan desiertas al paso de los blindados, que los parisinos creen alemanes, y que se vuelven a poblar cuando alguien reconoce a los soldados y lanza el repetido grito de "Franceses, son los franceses". Cruzan al Sena por el puente de Austerlitz y continúan a lo largo de los muelles de la orilla derecha hasta su objetivo.
Por fin, a las 21,22 horas se detienen ante el Hotel de Ville. Comienza a anochecer. La alsaciana baja del vehículo. Dronne ordena transmitir un mensaje de radio: "Misión cumplida. Estamos ante el Hotel de Ville" y hace hincapié ante su aislamiento y la necesidad de progresión sobre París.
Se despliega el destacamento y los vehículos en defensa de erizo alrededor del ayuntamiento, y se dan órdenes ante un posible contraataque. La gente empieza a llegar, lo invade todo, abraza a los soldados, grita, impide el despliegue. Muy pronto la Marsellesa se escucha sobre toda la ciudad, y decenas de campanas acallan cualquier otro sonido. Se ha cumplido el deseo de De Gaulle y Leclerc, y los soldados franceses han conseguido entrar los primeros en París, pero el destino ha querido que sean, en su mayoría, españoles.

El día 25 de agosto, el grueso de la 2e DB entra en París y se despliega por la ciudad eliminado los focos de resistencia alemana y tomando los puntos neurálgicos. "La Nueve" combate en la rue du Temple limpiando la central telefónica, y en los combates es gravemente herido el sous-lieutenant Elías. Al final del día París está bajo control y "La Nueve" se reagrupa frente al Hotel de Ville.
Al día siguiente tendrá lugar una impresionante manifestación en la que De Gaulle escenificará su gran momento descendiendo por los Campos Elíseos y caminando hasta la catedral de Nôtre Dame. El honor de escoltar el cortejo, durante el que se producirá un confuso tiroteo, corresponde a "La Nueve" por haber sido la primera en entrar en la capital de Francia. Las imágenes de los españoles rindiendo honores o controlando a la multitud desde los half-tracks serán algunos de los iconos característicos de la leyenda de “La Nueve”.

La entrada en París marcó la historia de los españoles de Leclerc más que ninguna otra acción en la que participaron, sin duda por su importancia simbólica, que no militar. Sin embargo fue en los meses que siguieron en los que se produjeron los combates más duros, y en el entorno más inclemente. La bajas fueron mermando la proporción de españoles en "La Nueve" hasta el punto que, más o menos a finales de noviembre, ya había perdido su carácter netamente hispano y ya era una compañía, en palabras de Dronne; "franco-española". Pero nunca perdió su peculiar identidad, y todavía es recordada entre los veteranos de la 2e DB por su característico nombre español.

http://2gmblog.blogspot.com/2009/03/la-nueve-la-historia-de-los-espanoles.html

jueves, 9 de septiembre de 2010

Españoles en Rusia, hoy LA LEGIÓN AZUL




Sin ánimo de entrar en política, traigo hoy al Blog un poco más de historia. En esta ocasión la de valientes Españoles que se dejaron el pellejo en la glacial estepa rusa defendiendo lo que ellos pensaban que era justo.

¡¡Honor y gloria a los que allí cayeron!!

Hablemos de La Legión Azul.

El nacimiento de la Legión Azul
A mediados de octubre de 1943 comenzó a tomar forma lo que muy pronto se conocería por Legión Azul. En aquellas fechas, los batallones iniciaban su traslado hacia el Oeste con vistas a, seguidamente, regresar a la Patria.
Mientras, la diplomacia española trataba de elaborar una fórmula de compromiso que, manteniendo el vínculo hasta entonces existente con Alemania, le demostrara a las potencias aliadas la voluntad del Gobierno de Madrid de desvincularse del esfuerzo militar de los países del Pacto Tripartito. Un paso hacia la consecución de tan difícil equilibrio sería por un lado, la retirada de la División Azul, y por otro, la constitución de otra unidad de menor envergadura: La Legión Azul.
Materializando este plan, el 17 de noviembre de 1943 fue disuelta la División Azul autorizándose a su jefe, el general Esteban Infantes, para que crease la Legión Española de Voluntarios, cuya partida de nacimiento lleva fecha de dos días después. Sus efectivos quedaron conformados por tres Banderas (batallones) -dos de Infantería y una mixta-, una Compañía de Plana Mayor, Sanidad e Intendencia. El mando recayó en el coronel Antonio García Navarro, último jefe del Estado Mayor de la División Azul, siendo su segundo jefe el teniente coronel Sáenz de Cabezón.
En Jamburg, localidad situada no lejos de Narva, fueron concentrados los hombres de la nueva unidad para iniciar la instrucción y el reequipamiento dándose la circunstancia de que las instalaciones escogidas como acuartelamiento habían pertenecido con anterioridad al Ejército Rojo. Como los momentos no eran nada buenos los oficiales españoles impusieron una férrea disciplina y un duro entrenamiento, lo cual no impidió que en quince días se registraran siete deserciones más seis intentos frustrados. Ante esta alarmante situación setenta y cinco individuos fueron repatriados forzosos a España ya que se quería forjar una unidad homogénea, fiable y que no pusiese en peligro, con su comportamiento, la excelente reputación obtenida, cerca de propios y extraños, por la División Azul.

La partida hacia el frente
El 13 de diciembre la Legión fue puesta en estado de alerta, comenzando dos días más tarde su embarque en ferrocarril para trasladarla a Liuban, donde se integraría en la 121ª División alemana, adscrita al XXVIII Cuerpo de Ejército y mandada por el general Helmut Priess. Tras llegar a Kostovo y relevar al 450º Regimiento de Granaderos, fue a desplegarse a lo largo de la línea de 11 km., encontrándose frente a un enemigo tranquilo en sus posiciones, lo cual no impidió que fuese obsequiada con el acostumbrado recibimiento a base de fuego artillero.
Las Navidades transcurrieron con tranquilidad, salvo pequeños ataques todos ellos rechazados, que produjeron los primeros caídos. Mientras, el Ejército Rojo, preparaba con gran concentración de medios, la esperada ofensiva de invierno con la que debería ponerse punto final al sitio de Leningrado y permitir el cerco y aniquilamiento del Grupo de Ejércitos Norte alemán.

Los combates
La madrugada del 15 de enero de 1944 el rodillo soviético comenzó su avance, encontrándose rápidamente los españoles cogidos entre dos pinzas. El 19 cayó Novgorod y se inició la retirada alemana que habría de incluir obviamente, la de la Legión. La marcha fue especialmente penosa debido a las bajas temperaturas y al continuo contacto con las avanzadillas enemigas. Todas las carreteras eran además de un caos, una auténtica ratonera, optando los españoles por desembarazarse de la impedimenta y continuar su marcha a través de bosques y ciénagas. Ya en las proximidades de Liuban, un importante nudo ferroviario, ocuparon posiciones defensivas en las afueras de la población, con el fin de mantener abierta la estación y proteger el flanco a numerosas unidades alemanas en retirada.
Durante estos días se sucedieron los ataques y contraataques, produciéndose numerosas bajas, sobre todo en la II Bandera que soportó el mayor peso de los combates resultando muertos o heridos la mayoría de los oficiales. Su valor permitió, en palabras del ya citado general Helmut Priess, que pese a la considerable superioridad enemiga, pudiese evitarse el cerco de gran parte del XVIII Cuerpo de Ejército recibiendo por ello el coronel García Navarro y algunos de sus legionarios la Cruz de Hierro.

Retirada general
El 27 de enero el mariscal Küchler ordenó retirada general, partiendo entonces la Legión hacia Oredech y después hacia Luga, en total 140 km, que recorrieron a pie, recibiendo una fuerte presión por unidades partisanas y de patrullas de exploración del Ejército Rojo. Esta marcha, realizada bajo durísimas condiciones climáticas, terminó por destrozar el equipo de los legionarios así como las botas de fieltro, tan añoradas por sus antecesores divisionarios, que acabaron literalmente trituradas, añadiendo a las elevadas bajas producidas por el enemigo, unos doscientos evacuados por congelación en los pies. A su paso por Oredesh los legionarios colaboraron en la evacuación del hospital, el cual se encontraba a tiro de cañón de los T-34.
Extenuados por la marcha y los combates por fin llegaron a Luga, plaza situada bajo la jurisdicción del XXVI Cuerpo de Ejército. La aparición de los españoles no pasó desapercibida para el general Grasser quien tras comprobar el mal estado que presentaban, y aún a su desesperada necesidad de unidades para la defensa de la ciudad, en la cual pensaba hacerse fuerte, decidió no utilizarlos, considerando preciso otorgarles un periodo de descanso. Con vistas a disfrutar del mismo la unidad se trasladó a Péskof, habiéndose desprendido con anterioridad de gran parte de su equipo y de armas pesadas y continuando desde allí viaje hacia Estonia y más concretamente a Taps.
Por aquel entonces, la situación del frente comenzaba a estabilizarse, habiéndose frenado el ritmo de la retirada. Mientras, el mariscal Küchler, jefe del Grupo de Ejércitos Norte, había sido destituido por Hitler, relevándole el prestigioso general Walter Model al cual le fue encomendada la defensa de los Estados bálticos.
Ya en Taps, tras diez días de lento avanzar en las precarias líneas férreas de la región, los legionarios quedaron a la espera de su reequipamiento, pues gran parte del mismo les fue entregado a los defensores de Luga. El coronel García Navarro consideraba que al término del necesario descanso y reorganización y una vez completado el equipo, podría estructurar en un tiempo relativamente corto una fuerza operativa y de nuevo dispuesta a partir hacia el frente. Model contaba con ello, pues había dispuesto colocar a los españoles en primera línea, justo enfrente del lugar previsto para el avance enemigo. Sin embargo el Capitán Haxél, oficial de enlace con la Legión, no compartía la opinión de su jefe al considerar que significaba sacrificar a la unidad lo que acarrearía riesgos políticos no compensados con el beneficio militar obtenido. Este planteamiento se lo expuso a Model quien después de meditar la situación, decidió otorgarles a los españoles una tarea menos arriesgada: la de efectuar fortificaciones. Otra vez tuvo que mediar Haxél pues una cosa era que la Legión fuese situada en un punto del que difícilmente podrían salir con vida sus hombres al iniciarse la ofensiva enemiga y otra muy distinta que aceptasen una tarea distinta a la del combate en primera línea. Model entendió el planteamiento y estuvo de acuerdo con el sensitivo e inteligente Capitán Haxél.

La repatriación
Por fin la unidad se encontraba en condiciones de partir de nuevo hacia el frente. Su coronel y oficiales, habían conseguido volver a crear una fuerza de combate pero la suerte estaba ya echada al haberse decretado, el 11 de febrero de 1944, la disolución de la Legión. La diplomacia española, ante el cariz que tomaba la guerra para el Reich, deseaba desvincularse lo más posible del esfuerzo militar alemán, mientras que las potencias aliadas intensificaban su presión sobre Madrid autorizando embargo de alimentos y materias primas. Los legionarios tenían que volver a sus casas.
Al abordar los preparativos para la repatriación, la moral de los españoles no era precisamente alta. Un sentimiento de pesadumbre les embargaba. Por esas fechas se sucedieron los actos y ceremonias de despedida, siendo numerosos los altos cargos del Ejército alemán que asistieron a ellos. El 17 de marzo comenzó el regreso: Transmisiones abrió la marcha, seguida de otras pequeñas unidades. La segunda Bandera fue la última en irse entrando en Irún el 17 de abril. En el convoy viajaba el coronel. Ya sólo quedaban por volver pequeños grupos a los que se le había encargado ultimar toda la documentación, liquidar los sobrantes de material y repatriar a los españoles internados en los hospitales de Koenigsberg y Riga.
El 30 de abril, el Gobierno de Madrid anunció oficialmente la extinción de la Legión de Voluntarios Españoles, declarando que todas las personas que presten servicio militar a Gobiernos beligerantes están sujetos a la pérdida de la nacionalidad española, una amenaza que no fue suficiente para impresionar al considerable número de legionarios que, a pesar de todo, decidieron continuar, hacia el fin, la lucha junto a sus camaradas alemanes.
Refª: Extras defensa 16 LOS CINCUENTA AÑOS DE LA DIVISION AZUL

lunes, 6 de septiembre de 2010

RACIONES DE COMBATE


Tradicionalmente pensamos que las raciones de combate de nuestro amado ejército son de lo mejor del mundo. ¿Leyenda urbana? Desde luego en esto de los sabores hay para todos los gustos.
Como más vale una imagen que cien palabras os dejo que veaís el contenido de las raciones de combate de unos cuantos ejércitos del mundo....¡¡Me quedo con la nuestra!!, bueno y con la de alemánia, por aquello de nuestra uniformidad.

Un saludo, hambrientos soldados.

LINK:
http://www.nytimes.com/interactive/2010/09/04/weekinreview/20100905_gilbertson.html